05 mayo 2009

Imagenes para el recuerdo (III)

Mi primera máquina de escribir.

Hace poco estuve en el trastero en casa de mi padre buscando unos libros y me topé con ella por pura casualidad. Allí estaba, tapada con un trapo, vieja pero con todas sus teclas, seguro que funcionaría con un mínimo de mantenimiento. Mi primera máquina de escribir. Una Olivetti (no recuerdo el modelo) con la que comencé en el mundo de las teclas en mi más tierna infancia de la EGB de principios de los 80.


La mía, muy parecida a esta. Imagen: Rincón de un escritor

[Bonus: Abuelo Cebolleta ON]

Como antes no había apenas actividades extra-escolares, salvo jugar al fútbol en el patio cuando salías del colegio, mi madre pensó, con buen criterio, que tenía que hacer algo de provecho en esas horas muertas. Y no se le ocurrió mejor cosa que apuntarme a clases de mecanografía. Ella pensaba (visionaria) que me serviría para el futuro. A mi la sola idea me horripilaba ... "si eso es muy aburrido, y además es de niñas" le decía (mentalidad machistoide vista desde nuestra perspectiva actual, pero lo más normal del mundo hace 30 años). Pero pese a mis quejas me apuntó.

Y la verdad, si que era de niñas en aquella época, no nos engañemos. En la clase eramos dos o tres niños y 15 o 20 niñas, que veían en la taquigrafía y la mecanografía un futuro en el noble oficio del Secretariado. Yo estaba en esa época en que todavía me apetecía más salir con mis amigos a pegarnos pedradas y jugar a las canicas que filtrear con las niñas. Luego, en clase, durante ese curso, me di cuenta que estar con tanta fémina tampoco estaba tan mal :-). Y eso teniendo en cuenta que algunos compañeros y amigos (y yo diría que también algunos padres) pensaran que yo era un Billy Elliot de tomo y lomo. Tampoco me importaba en absoluto. Más bien en mi cabeza pre-adolescente comenzó a hacerse sitio ese gusanillo que te entra un buen día cuando tus compañeras de colegio dejan de ser invisibles y pasan a ser el centro de casi todas las cosas.

A parte de lo anterior, que en sí mismo ya justificaba la asistencia, lo que era la clase me gustó casi desde el principio, no ya por el hecho de aprender a escribir a máquina con 10 dedos (aunque yo uso 9, el pulgar de la mano derecha no lo utilizo, manías de zurdo), sino porque aprendíamos con un muy novedoso sistema para la época consistente en ponernos unos auriculares y una cinta con una voz que te empezaba a decir "Q clack, A clack, Z clack, W clack, Dicoma clack ...". Muy espectacular ver a 25 tecleando a la vez a las órdenes de ... una cinta. Pero pese a lo friki que pudiera ser, la verdad es que funcionaba el método. En pocos meses me solté y en un año escribía a unas muy decentes 325 ppm. Aprobé con buena nota el examen final y el regalo por mi buen hacer fue la susodicha Olivetti. Lo que fardaba entregando los trabajos de la EGB a máquina. Mis amigos alucinados de que escribiera sin mirar las teclas, toda una revolución.

Al año siguiente podía apuntarme al segundo curso, del que ya salías casi con un título de mecanógrafo semi-profesional. Pero por razones que no vienen al caso lo dejé a la mitad. Con mis 400 ppm. era más que suficiente para defenderme en los trabajos y ayudando a los papeles de mi padre. Pero no valoré del todo ese año y medio de aprendizaje hasta que comenzaron los ordenadores. Ahí si que pude poner todo el conocimiento en acción. Y no hay día que no lo agradezca :-)

[Mode Abuelo Cebolleta OFF]

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