25 enero 2009

Los cajeros automáticos y yo

Ayer por la tarde sacaba dinero de un cajero con la Sra. Bedel. Aunque ella ya conocía alguna de mis manías al respecto, se volvió a quedar alucinada con mis rituales cuando me enfrento a este aparato del demonio.


Imagen: Davivienda.com

Lo primero que hago al llegar a las inmediaciones del cajero en cuestión es una valoración rápida de su localización. Es importante ver donde está colocado (en una esquina es peor, con poca luz si es de noche, también), si pasa mucha gente o poca, etc. Después me acerco y hago una inspección interior. Veo si hay cámaras arriba o en los laterales, miro dentro de la ranura de la tarjeta a ver si hay algún lazo libanés, o una segunda ranura utilizada para hacer skimming. Por último reviso la boca de salida de los billetes para ver si hay silicona.

Una vez realizado esta check-list, pasamos a la fase propiamente dicha de sacar el dinero. Esta fase debe ser muy rápida, cuanto menos tiempo se pase delante del cajero mucho mejor. Antes de sacar el dinero hay que tener claro cuanto se quiere sacar, no podemos dudar en los menús. Se desaconseja mirar saldos y movimientos salvo que no haya otro remedio. Para eso está la banca online.

Procedo a mirar a izquierda, derecha y atrás para valorar si hay alguien demasiado cerca y saco la cartera, colocándola delante de mí. Saco la tarjeta y la introduzco en el cajero sin vacilaciones. Al meter el pin tapo con una mano el teclado mientras tecleo con la otra (interesante hacer esto por si hay cámaras muy ocultas). Elijo la cantidad a sacar y valoro si la comisión es aceptable (casi siempre lo es, porque si sacas pasta en otro banco es que no había uno tuyo cerca y suele compensar pagar ese plus que pegarse una pateada buscándolo).

Cuando sale el dinero y el ticket (siempre llevárselo y nunca tirarlo cerca del cajero) lo guardo rápidamente en la cartera, mirada a izquierda y derecha otra vez y recogida de la tarjeta. Nunca está de más, cuando abandonas el cajero, un último vistazo atrás por si las flais.

La Sra. Bedel dice que soy un paranoias y que la gente que me vea hacer todo eso se va a descojonar. Y quizás tenga razón en ambas opiniones, pero que le vamos a hacer, uno no puede luchar contra sus manías.

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