25 abril 2008

Los 200 metros más felices

Es curioso, o triste -vaya usted a saber-, que uno de los momentos más felices de toda mi semana sea el minuto y medio que tardo en recorrer los 200 metros que separan la puerta de mi trabajo y la boca de metro los viernes por la tarde a eso de las siete. Recorrer esa calle sabiendo que tienes por delante un fin de semana, que vas a dejar de pensar en problemas, en números y en informes, es como una liberación, una transformación de ánimo total y absoluta. No se paga con dinero.

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