06 diciembre 2006

Inesperada charla

Ayer me ocurrió algo diferente, que no suele pasar. Resulta que, en el receso de la jornada de mañana del trabajo, me dirijo a uno de mis restaurantes habituales por la zona. Cómo casi siempre, como solo. Iba un poco tarde y estaban todas las mesas ocupadas. Espero en la puerta y, de repente, una chica avanza desde el fondo de la sala hacia mí y me pregunta con una sonrisa "Quieres compartir la mesa conmigo, yo me voy enseguida".



Uno no está acostumbrado a que una chica se dirija a mí, motu propio, ofreciéndome algo (siempre soy yo el que se ofrece y siempre había negativa, -reminiscencias de mi juventud patito feo-) y, la verdad, me sorprendió bastante. Con un balbuceo le dije que sí, y nos sentamos los dos.

Lo primero que le comenté es que si era extranjera. Los españoles no hacemos estas cosas. Ya puede haber tropecientas personas esperando que, si tu comes solo en una mesa de cuatro, sigues comiendo solo sin el menor remordimiento. Efectivamente, confirmo que no es española. Es mexicana y lleva poco tiempo en España. Comenzamos una interesante charla que se hizo muy amena, sobre todo si la comparamos con la perspectiva de comer solo con el Zen Micro enchufado o leyendo prensa.

Descartando totalmente que quisiera ligar conmigo, solo hay dos opciones más, que sea normal en méxico ofrecer la mesa a desconocidos, o que la chica estuviera sola y le apeteciera una charla efímera. Quizás nunca más la vuelva a ver, o quizás nos convirtamos en amigos. Eso nadie lo sabe ...

PD: Hace un tiempo me ocurrió algo parecido en el metro.