28 septiembre 2006

Caprichos del destino

Venía yo hoy de trabajar en el autobús, como todos los días, y poco antes de llegar a la parada donde me tenía que bajar, había un coche en doble fila con la puerta de atrás abierta. El conductor le pitó pero siguió adelante hacia la parada pese a que casi no había sitio. El del coche tampoco cerró la puerta. Resultado, puerta de atrás del coche destrozada y las lunas de la puerta trasera del autobús hechas trizas. Saltaron cristales por todas partes. Muy espectacular pero nada grave, nadie salío herido.

El caso es que a mi siempre me gusta ponerme al lado de la puerta de salida del autobus. Es una de mis manías en los transportes públicos. Hoy sin embargo, aun pudiéndome poner alli, decidí, vaya usted a saber porqué, ponerme justo en el lado contrario solo cuatro o cinco minutos antes del accidente. Si hubiera ido donde siempre, no digo yo que me hubiera herido de gravedad, pero algún cristal seguro que me llega.

A veces no nos damos cuenta de que muchas cosas que nos pasan en la vida depende de algo tan aleatorio, tan poco controlable, tan injusto (a veces) como la suerte, el destino, que es caprichoso, o lo que queramos llamarle ... No hay que pensar mucho en ello de todas maneras, porque sino no saldríamos de casa ...