27 agosto 2004

Me paso a la contemplación

Lo tengo decidido. Próximamente voy a tomar los hábitos. Total, ya cumplo de sobra con todos los votos. Soy pobre, obediente y, sobre todo, casto. No me costaría nada acostumbrarme a la vida seglar, posiblemente es seguro que es más divertida que la mía. Encima estoy gordo, como todo buen religioso contemplativo que se precie de serlo. Solo me falta ser calvo de coronilla para ser el monje perfecto.



Ahora me tengo que decidir por la congregación. Ardua tarea. No se si entrar en la orden trapense, si ser cisterciense, cartujo o enrolarme en los benedictinos (siempre me gustó el gregoriano). El único problemilla quizás sea la perezosa vida espiritual que he llevado hasta ahora. No se si el abad del convento aceptará monjes agnósticos o ligeramente ateos. Pero seguro que me acojen, dada la actual falta de vocaciones ...