11 agosto 2004

Historia de una perseida

Era una noche especial. Era mi noche, y tenía que aprovecharla. Todo estaba planeado. Todo cuadraba. Era el momento. Nada podía fallar. La magia de las perseidas me ayudaría a conseguir mi objetivo. Estaba convencido.



Toda mi pandilla y yo subimos aquella noche al cerro más alto del pueblo. La noche era fantastica para ver las estrellas. Y el lugar, el mejor posible. Subimos algo de comida, mucha bebida y la guitarra. Después de comer, beber y cantar nos tumbamos en la hierba fresca. Yo me acomodé al lado de ella y le dije, vamos alli a verlas, estaremos más tranquilos. Mi plan marchaba como un reloj.

A eso de las 2 comenzaron a verse las primeras estrellas fugaces. Primero muy tímidamente, como si les costara salir, luego más y más hasta convertir el cielo en un espectáculo increible. Veiamos dos o tres por minuto. Se acercaba el momento. Lo notaba. Me acerqué mucho más y le dije al oido "la próxima que veamos, pedimos un deseo". La vimos casi al instante. Ella sonrió y me preguntó, ¿sabes que deseo he pedido?. No. Tenerte para siempre como amigo. Eres un chico muy especial y una gran persona, te aprecio mucho. ¿Cual fue tu deseo?. Estuve en silencio 5 segundos y luego, con la voz apagada y una sonrisa melancólica contesté, La paz en el mundo.

Siempre he sido un pacifista, pero esa noche me inventé el deseo. Amistad y Amor nunca se han llevado bien. Nos escribimos una temporada pero llevo 13 años sin saber nada de ella.